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Esta semana vamos a hablar de la autoestima, un concepto que tiene que ver con el aprecio que se tiene una persona a sí misma en cuanto a sus características personales, pensamientos, conocimientos, sobre lo que le sucede o tiene capacidad de hacer. La autoestima también es la forma en la que estamos en la vida y en las relaciones. Es decir, la autoestima es la manera subjetiva de percibirnos, pensarnos, creernos, desearnos, sentirnos y querernos. La buena noticia es que es un sistema de creencias que puede modificarse y donde se pueden crear nuevas formas de considerarse.

¿En qué aspectos depositamos nuestra confianza? ¿Qué valoramos de nuestra persona? Respondiendo estas preguntas podemos conocernos mejor y saber cómo vamos de estima propia.


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La autoestima se forja en los inicios de socialización más primarios, es decir, en nuestra infancia y adolescencia, cómo nos relacionamos en la familia, en la escuela o en las actividades de ocio. También en la edad joven y adulta se fomenta o deteriora dependiendo de varios factores, sucesos vividos, relaciones y modos de autocuidado.
En ocasiones, depositamos nuestra autoestima automáticamente en la valoración o infravaloración que recibimos del exterior. También existe la tendencia a ser muy exigentes con uno mismo y machacarse si las cosas no salen bien, esto tiene que ver con el diálogo interno.

Hay veces que hay aspectos exteriores que pueden mejorar la autoestima de uno mismo - realizar un trabajo, tener buen aspecto, comportarse de forma agradable, complacer a alguien- pero hay que tener en cuenta, que estos aspectos deben ser complementos y no una única herramienta del bienestar.

Tener una buena estima de uno mismo implica varios aspectos; tener claros nuestros valores, reconocer nuestras fortalezas, logros y recursos, practicar el autocuidado, poder sentir nuestras necesidades, poder tener un buen diálogo interno…. ¿Qué más se te ocurre?

Depender de la aprobación de los demás o estar totalmente entregados a complacer a las personas de nuestro alrededor nos hace renunciar de nuestra propia capacidad para cuidar nuestra parcela. Como ya hemos comentado en otros episodios, la clave está en buscar el equilibrio.

Es cierto que en una sociedad competitiva, donde hay que luchar por ser el mejor, acumular cosas materiales y la presión por tener una buena imagen, hacen difícil poder cultivar con tranquilidad una autoestima sana.

El objetivo de conseguir una buena autoestima es lograr nuestro propio reconocimiento, aprobación y valía de una forma realista y compasiva. Una baja autoestima puede ser un conjunto de malos hábitos sobre cómo nos referimos a nosotros o sobre cómo nos comunicamos con los demás. No obstante, puede ser por sucesos del pasado no integrados o condiciones del presente complejas, se tenga más dificultad en mejorar, entonces es mejor buscar ayuda profesional para poder ser acompañado a integrar estos sucesos vitales y sanar la autoestima.

Cultivar la autoestima en el día a día es el mejor regalo que puedes darte y recibir. Puede hacer que sientas que te respetas, que te aceptas y que te amas, y esa es una sensación muy agradable que te puede aportar calidad de vida y bienestar.

A modo de resumen damos algunos ejemplos claros:
¿Qué promueve nuestra autoestima?
Hacer cosas para sentirse bien (autocuidado)
Hablarse bien (diálogo interno)
No depositar nuestra autoestima en los demás, fomentar relaciones saludables

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¿Qué deteriora nuestra autoestima?
Hablarnos mal.
Tener conductas autodestructivas.
Depositar las necesidades de otro por encima de las nuestras.
Pensar de forma automática y generalizada que los demás son mejores que nosotros.


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